domingo, 13 de febrero de 2011

Ocaso

Capítulo I. Jared

Había comenzado a llover, las pesadas gotas de lluvia hacian tambalear las ramas de los árboles alrededor del bosque, a un lado de mi camino.
Los destellos cegadores de cada relámpago llanaban de luz la oscura carretera. Llovía tanto y tan fuerte que había dejado de escuchar la música dentro de mi auto.
Pensaba en James, esa mañana cuando salimos a desallunar juntos, mientras tomaba su tasa de café matutino, una rutina diaria para terminar de despertar, él dijo algo que vagó por mi mente el día completo.
-¿Recuerdas a Katy?- su ex novia- la ví esta mañana antes de encontrarte- dijo, balanceando la pequeña tasa verde entre sus blancos dedos.
Acentí con mi cabeza y pensé en ella. Katy era, sin temor a equivocarme, la chica más bella que había visto alguna vez. Cabello rubio, ojos verdes, cuerpo de supermodelo, facciones perfectas... Ah, sí, la reina del carnabal de Valle Gris.
Aún no comprendía porque James la había dejado, y menos comprendía porque eso me había hecho tan feliz. Teniendo en cuenta que él era mi mejor amigo, el único que estuvo a mi lado desde mis tiempos de colegio, mi compañero de baile, mi vecino y mi cocinero personal, el quererlo solo para mí no era una idea tan descabellada...
Pero Katy había vuelto a aparecer en su vida, si se encontraron posiblemente intercambiaron sus números de teléfono y posiblemente volverían a encontrarse. Cuando James me lo dijo en la mañana casi me atraganto con mi capuccino. ¿Cómo explicarle a mi mejor amigo que la idea de verlo con su ex novia me enferma, literalmente?.
Las posibles respuestas a mis cientos de preguntas aparecian como los relámagos que iluminaban mi camino. Me sentía ansiosa y la incesante lluvia sólo abonaba a mi malestar.
Empujé el acelerador y tomé el volante con fuerza. Me incliné hacía adelante en cuanto un relámpago dejó al descubierto la silueta borrosa de una persona tambaleandose frente a mi auto. Mi pulso se aceleró y creo que por un minuto me olvidé de respirar. Mis manos temblaban y sudaban frío.Pisé el freno sin titubeos , pero fue demasiado tarde. Con el rechinar de las llantas en el húmedo asfalto y un golpe sordo, ví como golpeé a la persona con el frente de mi auto. Mi víctima voló por los aires y cayó a varios metros de distancia, sobre la tierra mojada.
Entré en pánico por la impresión y bajé del auto con mis piernas sintiendose como goma y mi corazón amenazando con salirse de mi pecho. Me quedé paralizada, con las manos temblando sin control.
Ví en la distancia el cuerpo tumbado de la persona a la que golpeé. Mis lágrimas comenzaron a caer sobre mi rostro, sabía que tenia que ser valiente y tratar de reparar el daño que había hecho.
Saliendo de mi letargo repentino, comencé a caminar lentamente, evitando caerme en cualquier momento. Me acerqué con cuidado al cuerpo... sé que es ridículo, pero recordé horrorizada una escena de "Sé lo que hicieron el verano pasado". Me detube y respiré tanto aire como pude.
Recuperé un poco de cordura y me acurruque frente a él, porque era él. Un chico que parecía tener mi misma edad. Llevaba el cabello negro, largo y muy mojado, su piel era muy blanca, pálida y parecia aterciopelada. Vestía con unos jeans negros y una camiseta roja, a demás de botas al estilo glam de ls 80's y una chaqueta de cuero con muchas cremalleras... Era hermoso aún inconsciente... "Inconsciente", la palabras hicieron eco en mi cabeza.
Lo sacudí, tomándolo suavemente por los hombros, un gemido salió de su garganta y poco a poco abrió los ojos que eran del color de cielo. El color azul destelló ferozmente con un relámpago. Sus bellos ojos y sus labios rosa pálido se adhirieron a mi visión como un fuego doloroso.
-Ayúdame- susurró y sus ojos volvieron a cerrarse.
Tomé mi móvil, desendo que no se hubiese estropeado con la lluvia y marqué el único número que tenía en mente desde el principio.
James respondió al tercer timbrazo.
-¿Dónde estas?, ¿Por qué no has llegado todavía?- fue su respuesta.
-James, te necesito... estoy en la carretera camino a casa, arrollé a alguien-sollosé.

Diez minutos más tarde las luces del Porshe rojo iluminaron mi vieja camioneta gris.
La expresión en el rostro de mi mejor amigo me dejó ver su desconcierto, al verme de rodillas frente a una persona inconsciente.
James se acercó despacio, apartando el cabello de su rostro y con los ojos entecerrados. Sus labios estaban cerrados en una fina linea. Esperé que sus reproches por mi distracción o sus preguntas mareadoras, llenas con una pizca de sarcasmo empeoraran la atmósfera. James en cambio mantuvo su distancia y guardó silencio.
-¿Quién es él?- fue su primera pregunta.
-¿Cómo demonios voy a saberlo?- grité enfurecida- aún no nos hemos presentado formalmente, acabo de atropellarlo.
Me encontraba iracunda y verlo esconder una pequeña sonrisa me hizo enfurecer todavía más.
James no volvió a decir nada, tomo al hermoso extraño y lo subió a la parte trasera de su auto. Le pedí que lo llevara a mi casa y yo lo seguiría detras.
-Sólo ten cuidado de no chocarme- dijo, con una sonrisa de demonio.

La lluvia había cesado considerablemente cuando el Porshe fue estacionado a las afueras de mi casa. James cargó al bello durmiente hasta mi habitación  y lo cubrió con todas mis sábanas azules.
-Vete- me ordenó- le prestaré algo de mi ropa.
Él siempre guardaba una pequeña cantidad de ropa en el cuarto contiguo, supongo que para ocaciones menos desafortunadas como esa. Quince mitutos más tarde apareció bajando las escaleras hasta donde yo lo esperaba.
-¿Cómo está?- las palabras se escaparon de mis lábios.
-Está bien... Se llama Jared, me lo dijo antes de volver a quedarse dormido.
James de repense pareció estar tenso. El frio por mi ropa mojada me había hecho temblar. Me levanté del sillón y lo abracé, sus brazos se sentían rígidos y no pude evitar darme cuenta que algo andaba mal con él.
-Gracias- le dije en un susurro.
James tomó mi cara con ambas manos, y sus ojos azul cielo se clavaron en los mios acercandose peligrosamente.
-¿Quiéres que duerma contigo esta noche?- preguntó.
Su pregunta no era extraña, muchas veces se quedaba conmigo para cuidarme, especialmente cuando me enfermaba.
-No es necesario, estaré bien.
Observé cuidadosamente sus pómulos tan finos que parecían haber sido esculpidos en porcelana. Él era tan bello.
-Ten cuidado con él, mucho cuidado, no lo conoces, no te confíes.
Para decirlo se acercó tanto a mí que por un mínimo memento llegué a creer que me besaría... peor aún, dejé de moverme, esperando que lo hiciera.
Y James me besó... en la frente. Salió de mi casa cerrando silenciosamente la puerta tras él, mientras yo dejaba escapar un profundo suspiro por mis anteriores pensamientos.
James, era mi mejor amigo, para él era como su hermana, así lo decía su padre. Jamas me besaría, él sólo quería protejerme, y yo de repente había deseado que lo hiciera. Y entonces recordé a Jared y mi corazón se aceleró. Tal vez lo que sentía por James era una cosa totalmente diferente a lo que comenzaba a sentir por Jared.

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